Ayer se ha visto uno de los encuentros más emocionantes que se recuerden en la Copa Libertadores de América.
Jugaron, por los octavos de final, dos equipos argentinos: River Plate y San Lorenzo. River había perdido 2 a 1 en el partido de ida, en la cancha de San Lorenzo, por lo que debía ganar como local, al menos, 1 a 0 para pasar de ronda. Si ganaba 2 a 1, irían a los penales.
River no demoró demasiado en ponerse en ventaja, a través de un gol de Matías Abelairas. Con ese resultado, el “Millonario” ya estaba clasificado. Para mayor seguridad, a San Lorenzo le expulsaron a dos jugadores.
La segunda expulsión fue penal a favor de River. El estallido de la afición de River llegó cuando Sebastián Abreu transformó ese penal en gol y convirtió el 2 a 0, en el segundo tiempo.
Parecía una historia terminada. San Lorenzo tenía dos jugadores menos y debía convertir un gol si quería llegar a penales. La tarea de hacer dos goles y clasificar directamente parecía imposible.
Pero fue posible. En cinco minutos, Gonzalo Bergessio, uno de los goleadores argentinos que debió regresar de Europa por sus escasos rendimientos (recordemos que en el campeonato pasado jugó poco y nada en el Benfica), convirtió los dos tantos que le dieron a su equipo la clasificación.
River, como viene demostrando en los últimos años, fue un equipo tibio, con demasiado miedo y poco coraje para afrontarlo.
San Lorenzo se llevó una victoria histórica. Y Bergessio se consolidó como uno de los goleadores argentinos más importantes de la liga local. Seguramente volverá a tener una oportunidad en Europa. Por el momento, se ganó el Olimpo sanlorencista.
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